No tengo tiempo. Ando corriendo. Todavía me busco. A veces me encuentro. Tengo un cuento bajo la lengua pero arrastro los días sin dejarle a mis dedos desahogarse. Cargo historias en la garganta. Quiero hablar del "amor inevitable" (eso que salio de la obra que vi el sábado pasado), quiero hablar de el azar y sus azares. Del misterio del universo y sus entramados. Cierro los ojos: yo soy el universo. Mi cuerpo es una máquina perfecta, funciona misteriosamente. Mi cuerpo contiene todo el misterio del universo, el misterio de la vida. Mi cabeza no entiende, pero mi cuerpo sabe. Debería callarme y escuchar el silencio. Mi cuerpo late, tiempla, transpira. Los párpados me pesan, pero estoy escribiendo esto: es un avance a la torpeza que me habita en no poder tomarme estos tiempos de pensar por escrito. Necesito buscar la forma de hacerlo más seguido, todos estos formatos son excusas.
Ya es viernes y aún no termina la semana. Me espera un largo viernes y le sigue un sábado que arranca tempranisimo.
Mi jefe tiene en el escritorio una servilleta donde se anoto: "Agosto no me preocupo".
:)
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